Recordando el movimiento obrero como forma de dignificar el empleo

Con la que está cayendo en lo tocante al mundo laboral, hoy queremos hablar de los inicios del movimiento obrero, que están muy relacionados con el socialismo y que pretendemos poner de manifiesto como un toque de atención a las tropelías que los mandamases llevan a cabo en relación con el “curro”.

La lucha de los obreros se revitalizó en 1848. Ese mismo año se produjo una revolución en Francia, en la que por primera vez un socialista, Louis Blanc, era miembro del gobierno revolucionario. Este hombre creó los talleres nacionales, que aspiraban a organizar el trabajo en forma de cooperativas gestionadas directamente por los obreros.

Pero la revolución terminó fracasando, por lo que la figura que adquiriría dimensiones gigantes fue la de Karl Marx. En 1848 publicó, conjuntamente con Engels, el Manifiesto comunista, donde expuso su teoría de la lucha de clases y de la evolución histórica. Por otra parte, en El capital realizó un demoledor análisis del funcionamiento del capitalismo.

Marx pretendía la supresión de la propiedad privada de los medios de producción, que debían ser de propiedad colectiva. Defendía la necesidad de la acción política de la clase obrera, encaminada a la conquista del poder político y del Estado. Este proceso podía ser pacífico o violento, pero siempre revolucionario y protagonizado por los trabajadores. La vía de acceso al poder de la clase obrera y la forma de llevar a cabo la revolución fueron los puntos principales que separaron a los anarquistas del marxismo y que, posteriormente, suscitaron fuertes polémicas y revisiones dentro del propio movimiento marxista.

Marx y Engels participaron intensamente en la política desde las organizaciones obreras. El marxismo se difundió inicialmente entre los obreros con otra idea básica: los trabajadores debían organizarse en un partido político propio, independiente de los partidos burgueses. A su vez, el desarrollo asociativo del movimiento obrero llevó a la creación en Londres de la AIT (I Internacional) en 1864, en cuyo seno se enfrentaron las doctrinas socialistas, partidarias de la participación política obrera (Marx) y las posiciones anarquistas, enemigas de cualquier tipo de Estado (Bakunin). A partir de ahora, se iba a empezar a denominar a los socialistas marxistas.

La I Internacional se disolvió en el congreso celebrado en Nueva York en 1876. Desde entonces, el movimiento obrero siguió mayoritariamente el camino que Marx había propuesto…

¿Te has quedado con ganas de más? Pues espera a próximas entregas, donde seguiremos hablando de este y otros temas.